EL MAESTRO APARECE CUANDO EL ALUMNO ESTÁ PREPARADO

Llega el momento. Te decides. Vas a ir. Algo cambia cuando cruzas el umbral de tu primera práctica de Yoga.  Algo, sin querer, te lo dejas en la puerta.  Sea porque crees que puede solucionar tus problemas, o sea porque alguien te arrastra hasta allí. Sin embargo, allí estás, sin sospechar que la persona que saldrá de allí, no es la misma que entró. 

Tu primera clase de Yoga puede corresponderse con tu primera práctica (suertudo serás si lo consigues) pero lo más normal es que tu primera práctica de Yoga no sea la primera clase a la cual acudes. Motivos hay mil: el estado anímico, la predisposición que tengas, qué nos arrastró hasta ese lugar, si te sientes cómodo o no allí y, cómo no, el profesor. Estos son unos cuantos de la larga lista de motivos que hacen que puedas acudir a una clase de Yoga sin practicar Yoga. Pero llega un día, si sigues insistiendo, en el que asistes a tu primera clase donde practicas Yoga, y ahí, no hay vuelta atrás.

Su carácter integrador nos ayuda a abrazar nuestras victorias y derrotas por igual. Nos hace crecer, superarnos física y psíquicamente. Hay una frase que me gusta mucho y describe a la perfección cómo actúa el Yoga sobre las personas: “Cavarán un agujero y te tirarán tierra encima. Tú decides si dejar que te sepulte o quitártela de encima y ponerla bajo tus pies para ayudarte y subir”. Para mí, el Yoga actúa exactamente así, dejándote ver las opciones que tienes. No importa el trance que estés pasando en tu vida, siempre puedes hacer algo al respecto. Se acostumbra a ver al maestro como alguien que vive en la utopía, la felicidad, el buen rollo. Lo cierto es que todos acarreamos dolor, problemas o sufrimiento, aparte de la felicidad. El Yoga nos obliga a ver el cuadro completo con sus luces y sus sombras. Es un error pensar que tras la primera clase vas a ser feliz o que tus problemas desaparecerán y nunca más tendrás preocupaciones. Es un error centrarse sólo en la parte buena. Despojarnos de todo lo demás, que también somos, escondiéndolo en una habitación oscura y cerrada en lo más profundo del ser, nos hará vivir engañados. Entendernos y comprendernos es una parte insalvable para obtener paz mental y vivir con todo eso, más felices, más conscientes. Nos prepara para lo que nos espera ahí fuera, en el mundo.

Por eso, cuando llega un momento en que comprendes y conectas con todo tu ser, con humildad, estás preparado.

Entonces, aparece el maestro.

¿Lo reconoces?

Eres tú.

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