SERES ESPIRITUALES.

De norte a sur y de este a oeste millones de personas divididas, enfrentadas y contradiciendo la verdad universal. Pero no todo está perdido, todavía hay personas que creen, que creemos, que podemos cambiar esto. 

Todos en el fondo, queremos ser felices, amar al  prójimo, vivir en un mundo más justo, pero nos enseñaron a odiar y a luchar sólo por los nuestros. ¿Y quiénes son los nuestros? Nos lo metieron dentro por generaciones y generaciones: desconfianza, miedo, inseguridad ante el que es diferente. Y si nos atreviéramos a mirar a los ojos, ¿seríamos tan diferentes?

Llegados a este punto es conveniente aclarar que existen varias ramas en el yoga y el Hatha Yoga, los ejercicios físicos, las  práctica de las asanas, es una de ellas. Pero la práctica de Hatha Yoga es no dogmática. Quiere esto decir, los practicantes de Hatha Yoga pueden ser de cualquier religión o incluso ateos. De todos los tipos de Yoga es la rama más baja, ya que trabaja el nivel físico, burdo, preparando a los aspirantes que quieran continuar ascendiendo. Sin embargo  tal y cómo se recogen en las escrituras sagradas existe otra de las ramas llamada Bhakti Yoga y su estudio es lo que me ha hecho reflexionar por lo común a todas las fes a lo largo y ancho del planeta.

El Bhakti Yoga se basa en el despertar de nuestro amor puro, divino, universal de nuestro gozo espiritual al estar en contacto con la divinidad. La divinidad es distinta según los ojos que la observan, pero verla en todo lo que nos rodea, observar su grandiosidad y ser conscientes de ese algo más es algo tan común y primitivo como el ser humano. 

La belleza del Bhakti Yoga reside en que es accesible a cualquiera y satisface el deseo original inherente al ser humano de amar dentro de un contexto espiritual, permitiendo cultivar el amor y la devoción de una manera saludable. Las prácticas externas no cambian al ser humano, el cambio debe venir desde dentro. La espiritualidad no reside en nacer en una familia u otra. La religión no debe ser impuesta como respuesta a una necesidad espiritual. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar la manera en que cada uno alcanza su comunión  espiritual? ¿Es necesario creer todos exactamente en el mismo Dios o es más importante darse cuenta que las bases de nuestra espiritualidad residen en terrenos comunes? Amor, respeto, meditación, misericordia y paz.

El 17 de agosto sentí un dolor agudo en la base de la nuca y tuve que reducir mi meditación a quince minutos. El dolor, en vez de mejorar como había esperado, empeoró. El clímax fue alcanzado el día 19. Yo no podía pensar, no era capaz de hacer nada, y mis amigos de aquí me obligaron a permanecer en cama. Luego quedé casi inconsciente, aunque me daba cuenta muy bien de lo que sucedía a mí alrededor. Volvía en mí diariamente cerca del mediodía. Ese primer día, mientras estaba en tal estado y más consciente de las cosas que me rodeaban, tuve la primera y más extraordinaria experiencia. Había un hombre reparando la carretera; ese hombre era yo mismo, yo era el pico que él sostenía, la piedra misma que él estaba rompiendo era parte de mí, la tierna hoja de hierba era mi propio ser y el árbol junto al hombre era yo. Casi podía sentir y pensar como el hombre que reparaba la carretera, podía sentir el viento pasando a través del árbol, y a la pequeña hormiga sobre la hojita de pasto. Los pájaros, el polvo, y el mismo ruido eran parte de mí. Justo en ese momento pasaba un auto a cierta distancia; yo era el conductor, la máquina y las llantas. Conforme el auto se alejaba, yo también me alejaba de mí mismo. Yo estaba en todas las cosas o, más bien, todas las cosas estaban en mí, las inanimadas así como las animadas, las montañas, el gusano y toda cosa viviente. El día entero permanecí en esta bienaventurada condición. No podía comer nada, y otra vez cerca de las seis empecé a perder mi cuerpo físico y, naturalmente, el elemental físico hizo su gusto; yo estaba semiconsciente” 
Diario- J.Krishnamurti.

“Cuando estando el alma en esta suspensión, el Señor tiene por bien de mostrarle algunos secretos, como de cosas del cielo y visiones imaginarias, esto sá́belo después decir, y de tal manera queda imprimido en la memoria,que nunca jamás se olvida; mas cuando son visiones intelectuales, tampoco las sabe decir; porque debe haber algunas en estos tiempos tan subidas que no las convienen entender los que viven en la tierra para poderlas decir” 
Las moradas- Santa Teresa de Ávila.

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